Claims in mind: Qué dices sobre tus cosméticos…
Antiguamente los productos cosméticos eran milagrosos. O por lo menos eso es lo que pretendían vender los que comerciaban con estos productos. Hoy en día, en la época del escepticismo, vivimos la situación contraria y muchos no creen ni la mitad de lo que los productos alegan. En una situación de tensión entre el consumidor, las autoridades y la industria, ¿quién mueve los hilos?
- Diferencias de opinión.
Los ciclos no tienen principio ni final, y esta situación es un claro ejemplo. La industria ha de buscar la forma de poder transmitir al consumidor las propiedades de su producto cosmético, pero a la vez corre el riesgo de exagerar estas propiedades y que todo acabe en un engaño. Las autoridades han de encontrar la forma de reconciliar la protección del consumidor con poder dejar un margen para que la industria pueda hacer reivindicaciones sobre su producto. El consumidor por un lado espera que todo aquello que prometen los productos sea realidad, pero a veces también se deja llevar por aquel producto que promete más cosas, aunque en el fondo sepa que no existen las panaceas.
- En su momento actual
Las reivindicaciones o “claims”, es decir, todas aquellas propiedades que se le quieren atribuir a un producto, se encuentran reguladas a nivel europeo. Sin embargo, el caos sigue reinando, al menos en parte. Los textos legales siguen siendo, por el momento, poco específicos. El cumplimiento, a veces cuestionable. La Comisión Europea, viendo este panorama, publicó en su momento una guía para ayudar a las empresas y la industria cosmética a hacer una labor de reflexión y cuestionar sus declaraciones. Sin embargo, el resultado no ha sido el esperado en todas las ocasiones. El futuro próximo depara una nueva legislación que determine lo que los cosméticos podrán prometer.
Evidentemente, no se pretende decir que hoy en día los cosméticos siguen alegando propiedades extraordinarias, y la gran mayoría de la industria cosmética se adhiere al principio de veracidad de una forma innegable. Pero en la guía de la aplicación de la legislación sobre reivindicaciones se recogen otros principios que frecuentemente se ignoran, como son el de la imparcialidad o el de honestidad.
- Free from repercusiones.
No es ni la primera ni la última vez que pasará. Es el cuento más viejo del mundo para la industria cosmética. Un ingrediente, en un momento dado, se gana mala reputación. Los consumidores, alarmados, no quieren nada que ver con él. La industria apremia a darle al consumidor la seguridad de que su producto no lo contiene. Las autoridades, por su parte, ponen ese ingrediente en su punto de mira. ¿Es realmente seguro? La conclusión es que sí, pero el daño ya está hecho. Ni que decir tiene que las alternativas no siempre son benignas. Al fin y al cabo ¿no acaba de asegurar un comité científico que el ingrediente es seguro?
Sin rodeos, es el caso claro de los parabenos como conservante en cosmética. Los parabenos se encuentran actualmente evaluados por parte del SCCS como seguros dentro del rango permitido para su uso. Sin embargo, la industria insiste en declarar que sus productos no los llevan, y los consumidores se sienten reconfortados. Pero, ¿es esto correcto? Que no tenga consecuencias no quiere decir que lo sea.
El principio de imparcialidad determina que las reivindicaciones no deben denigrar a los productos competidores ni ingredientes legalmente utilizados. ¿Es necesariamente mejor un producto sin parabenos que uno con ellos dentro de los límites seguros? ¿Qué ventajas otorga? Al fin y al cabo, como ya hemos dicho, los parabenos son seguros y legales, igual que cualquier otro sistema conservante que se pueda emplear en cosméticos.
Por otra parte, el principio de toma de decisión informada determina que los productos deben contener la información necesaria para que el consumidor medio pueda tomar precisamente eso, una decisión informada. Si tenemos en cuenta que el consumidor medio no conoce las opiniones científicas publicadas por parte del SCCS o la legislación cosmética en general, este principio también se encuentra afectado por las reivindicaciones de “free from”. El consumidor recibe la información de que un ingrediente se encuentra en un producto, pero no en otro, y no solo no se encuentra, sino que además el producto dice claramente que no lo contiene. Para la mayoría, eso es lo equivalente a una señal de alarma, a que es necesario evitarlo. ¿Podemos decir realmente que eso es una decisión informada?
- No es el final.
Está claro que el tema de las reivindicaciones no es sencillo, y desde cosmeticsinMind siempre hemos creído firmemente en que la única forma de hacer las cosas es siendo estrictos con el cumplimiento de los principios establecidos. Porque la industria se merece poder decir las cosas claramente, y debe tener la prioridad de ser, ante todo, responsables. Al fin y al cabo, si un consumidor ha tenido la ocasión de poder poner su confianza en tu producto, lo mínimo que se puede hacer es no decepcionarle.