Protección solar «con receta»
En esta época veraniega, siempre nos asaltan dudas sobre los productos solares, como usuarios o como profesionales del sector.
De todos los productos cosméticos que hay en el mercado, los productos solares se caracterizan por dos cuestiones diferenciales básicas:
- No en todas partes del mundo son considerados cosméticos, regulatoriamente hablando.
- Siempre presentan dudas al consumidor sobre su utilización. Nunca sabemos si podemos utilizar los productos abiertos o de un año para otro, si lo estamos aplicando correctamente, si debemos reaplicar, si se puede usar indistintamente en cara o cuerpo, si en el pelo también es necesario.
Respecto a las consideraciones regulatorias, la globalización hace que tendamos a hacer un producto que nos sirva igual en los diversos mercados, pero en el caso de los productos solares, debemos contemplar que hay zonas donde no son considerados cosméticos, si no productos OTC, es decir, medicamentos sin receta. Esto ocurre en USA o Australia, por ejemplo.
Además, en Europa, existe una recomendación para asegurar una protección de amplio espectro. Ello obliga a los productos solares que la siguen, a asegurar una protección sobre las radiaciones UVA proporcional al SPF, que mide la protección frente a la radiación UVB. Se identifica al que sigue esta recomendación mediante el símbolo UVA
También tendríamos que tener en cuenta que el daño sobre las estructuras y sobre el ADN, tiene lugar en forma de radicales libres generados, por lo que las sustancias capaces de neutralizarlos y evitar su propagación, también ayudan a la protección, aunque no sean capaces de absorber las radiaciones directamente.
Otra consideración importante en el uso de protectores solares, es la correcta aplicación del producto sobre la piel, ya que sólo una correcta extensión del producto en forma de film de grosor uniforme, aportará una protección adecuada. Por eso, también está la necesidad de utilizar productos diferentes en el cuerpo y en el rostro.
Y por encima de ello, y como clara tendencia actual, está el hecho de que muchos consumidores buscan productos naturales, incluso en los productos de protección solar. ¿Es esto posible? Lo es, si utilizamos productos minerales, pero debemos aceptar que su tamaño de partícula sea nano, para poder alcanzar una protección adecuada. Si queremos productos naturales y sin nanopartículas, nos vamos a encontrar con dificultades para obtener un SPF alto que nos proteja adecuadamente.
La importancia del amplio espectro en la protección solar
En el inicio de la época de los factores de protección, sólo se consideraba el SPF o Sun Protection Factor, que mide simplemente la capacidad de un producto para retrasar en el tiempo la aparición del eritema. Este eritema está relacionado con la radiación UVB, que es al que produce la quemadura. Sin embargo, con los años se ha demostrado que la acción a largo plazo de las radiaciones UVA, con mayor capacidad de penetración, pero que no son producen quemadura, puede ser más perjudicial, debido a la acción que tienen sobre las estructuras dérmicas y sobre el ADN. Esto se traduce en un envejecimiento prematuro debido a las radiaciones solares e, incluso, puede ser causa a largo plazo de la aparición de células cancerosas. Por tanto, si formulamos un producto que evite la quemadura, sin evitar el paso de las radiaciones UVA, estaremos desprotegiendo nuestras estructuras internas, porque, al tardar más en quemarnos, soportamos más tiempo de radiaciones UVA.
La solución, en forma de recomendación y no obligadamente, apareció años después en Europa, exigiendo un 33% de protección UVA respecto al SPF declarado en la etiqueta. Y con otros sistemas en otras partes del mundo, como son los sistemas de estrellas de Boots o el de Japón o Australia.
¿Y la luz azul o el infrarrojo?
Además, ahora estamos considerando también los efectos nocivos de la luz visible, en concreto de la zona azul, a la que estamos expuestos cuando nos sentamos frente a los monitores de ordenadores, móviles, tablets, etc o de las ondas infrarrojas, que principalmente nos dan calor, pero que también pueden tener un efecto sobre las estructuras dérmicas. Estas pueden ser radiaciones de interior, y por lo tanto las tenemos que considerar de forma diferente.
Recientemente se están presentando estudios de fotoprotectores que absorben en la longitud de onda de la luz azul, con el objeto de abarcar también ese aspecto actual de exposición a radiaciones provenientes de pantallas tecnológicas.
Los beneficios del sol son conocidos y necesarios
Por otro lado, no debemos olvidar que necesitamos una cierta dosis de radiación solar, para sintetizar nuestra dosis mínima de vitamina D.
Y para ello, debemos valorar el tiempo de exposición, la superficie y la intensidad de la radiación, que dependerá de la latitud, altitud, hora del día y distancia del sol (estación del año).
Además, tenemos una sustancia protectora interna, la melanina, encargada de hacer de filtro y que cada persona genera en función de su herencia, relacionada con la adaptación al medio de sus antepasados. Pero también, en función de la exposición al sol que se tenga habitualmente, ya que, debido a los diferentes hábitos, se genera una cantidad de melanina diferente, para adaptarse a las necesidades. Y el éxito de la protección depende, no sólo de la producción adecuada y el correcto reparto de la melanina, sino también de la oxidación de ésta y de la renovación de las capas de la epidermis.
Por tanto, una acción sobre este complejo sistema de protección solar biológico, sería perfecto y hay varios productos potenciadores de la protección solar, cuya orientación se encamina a estimular la síntesis y el correcto reparto de la melanina. Puesto que este ejercicio, no es fácil, se debe complementar con otras sustancias que hacen la misma función, e incluso con sustancias que crean un film sobre la piel que refleja las radiaciones. Este es el caso de los filtros físicos, Dióxido de Titanio y Óxido de Zinc. Estos productos tienen que tener un tamaño de partícula muy pequeño (nanopartículas) para que el empaquetamiento entre las partículas sea grande y no dejen pasar las radiaciones UVB, cuya longitud de onda es corta
Receta solar personalizada.
En conclusión, hoy sabemos que una buena protección es una protección de amplio espectro, combinada con una acción estimuladora del sistema biológico de protección natural y sustancias que neutralicen la propagación de los radicales libres generados. Además no debemos considerarla de una forma lineal, si no adaptarla a la persona y al momento.
Habría que estudiar, en cada caso, que tipo de protección necesitamos. Y variarla según la época del año, las horas que salimos, las zonas expuestas, la posible exposición a radiaciones azules o infrarrojas. La mejor forma sería estimular nuestra melanina, pero no siempre es posible en la cantidad adecuada y además, tiene un color que podemos no desear.
No hay problema, tenemos muchas alternativas que nos permiten diseñar productos para todas las ocasiones. Lo importante, es tener una buena “receta solar” personalizada, correspondiente a nuestro fototipo, nuestros hábitos, la exposición a luces interiores, el lugar en el que vivimos y la estación del año. Y que incluya unos consejos de exposición y alimentación apropiados, además de la utilización del cosmético adecuado que se necesite en cada momento.